Rebka la sunita
Rebka la sunita
cruzó el Mar Rojo
con una azucena
en las manos.
Sangre fiera
noches de guerra
entre las montañas donde
se desgrana la muerte.
Lleva sus muertos
en los ojos
bajo el cielo de una América
libre y soñadora.
Rebka la guerrillera
del Este de África.
Amazona ligera
en los vientos del siglo 20.
a las ocho de la mañana.
Hablamos de Eritrea
con la nostalgia de un regazo.
Manos suaves que en el pasado
estremecían al cielo con una Kalashnikov .
Hoy nos vemos a los ojos
con la complicidad de ser inmigrantes
bajo la lluvia de Seattle.
……..
A Anna Ajmátova
La muerte florece en nuestras pupilas
en los días de interminables desembarcos.
Cuanto dolor
queda en los sobrevivientes.
¡Hurgaremos en las celdas clandestinas!
Jesús, el muchacho “levantado”
será un número de archivo.
Vendrán nuevos inviernos Anna.
Imploraremos libertad
pero algunos moriremos en la espera.
¡No hay atalayas!
¡No hay centinelas!
¡No hay profetas
que nos auguren buenos tiempos!
Crueldad, desolación,
terror, ejecución
bajo
un verdugo despiadado.
XI-VIII-MMXI
……..
AVANCE
Mujer, he recorrido tu piel con mis dedos.
He palpado los cantos de tu cuerpo
como un ciego en los vientos de agosto.
He afianzado mi ancla ante la lluvia postrera del crepúsculo,
donde las picas de cristal avanzaban
con los olores maduros del verano.
Durante las mareas vivas
he sido un refugiado en las bahías de tu cuerpo sedoso.
Y en él he avanzado con el poder de un ejército arrollador,
cuando los segadores recolectaban azucenas blancas y rojas
y cantaban un himno de amor.
Mujer, he besado tus labios en la hora en que dos cuartas crecientes,
giraban como hoces de plata en el rostro
y en el fuego benévolo del sol.
He recorrido tu cuerpo como un ciego
o como un panadero que ha estampado
galaxias de fuego con las puntas de sus dedos al amasar un pan fermentado.
He seguido las flechas del sextante en tus concavidades donde abundan
Las caracolas y las orquídeas azules.
Me he atrincherado en tus simas
con un canto marino en la pleamar.
Y en el horizonte solo han quedado de las nubes
unas telarañas de harina como de un saco roto.
Mujer, he cruzado tus desfiladeros,
con la audacia de un corsario del Mar Caribe
en la hora exacta del perigeo y en el acantilado
donde el día y la noche se besan apasionadamente.
VIII-X-MMVIII
Carmelo González
Anna Ajmátova – Nathan Altman