La calle se larga luminosa
y promiscua se arquea indecorosa
a la altura del teatro y más allá,
una sonrisa se esgrime tentadora
y un par de ojos me guiñan en la sombra
pero yo, solo quiero bailar.
La muchedumbre se arremolina
intoxicada de expectativas
en las esquinas, los restaurantes
tlac, tlac, tlac, los tacones parlantes
pantalones ajustados, miradas furtivas
romances audaces que solo brillan
cual estrellas fugaces
el cruce de una calle y nada más.
Una puerta y un custodio
guardando una torre de mármoles y oros
en la esquina de Boylston y Pine Street
entro sigiloso, a paso firme y tormentoso
más guiños, más sonrisas
tactos que saben a brisa y a algo más
pero nada me detiene, subo de prisa
y en la cumbre de la torre ¡la pista!
y yo… solo quiero bailar.