Los tres nudos

La viga trabada del tejaban sería la que sostendría el jalón. Limpió con periódicos del piso de cemento el reguero de agua que le escurrió por las piernas, y que era también el inconfundible aviso de que la hora había llegado. Se desvistió y sólo dejo resbalar su reboso desde la cabeza a la cintura, el cual uso para hacer un nudo ciego y apretado por el frente de su embarazado abdomen, ahí a bajito de sus pechos. Antes de que los dolores le restaran fuerzas lanzo por encima de la viga una punta del largo retaso de manta que desde hacia tiempo tenia preparado para ese propósito, y de nuevo con un nudo ciego amarro las dos puntas de la blanca tela y formo un columpio, lo probo poniendo este nudo en su espalda y haciendo horquillas con sus axilas de manera que la altura al colgarse y columpiarse la dejara sentarse en cuclillas y así resistió el primer dolor, uno de esos fuertes, se colgó, enredo dos veces sus antebrazos en la manta y pujo tan fuerte que el nudo del rebozo en su abdomen se aflojo, la fuerza de gravedad y el tirón lo acomodaron. Tan pronto como se recupero de este dolor se apresuro a colocar cobijas, periódicos y mas mantas limpias debajo de aquel columpio. Ya no podía caminar solo esperaba que la mandadera, una niña 6 años hubiera llegado rápido y encontrado a la partera del lugar, para que ella se encargara del agua caliente y las tijeras. Sentir un dolor y respirar entre una cosa y la otra lo único que se sentía confortable era el estar colgada de aquel columpio.

Durante todo este transe de estar entre la vida y la muerte y sola en aquella casita, solo Pensaba en su patrona una señora Alemana y que era muy buena con ella y su dos hijas rubias y muy bonitas, y pensaba también en el esposo de esta que siempre le daba miradas frías casi como ignorando su presencia cuando por algún motivo se topaba con el al limpiar esa mansión donde trabajaba, esa mirada de ojos verdes como lagos la hacia divagar entre dolor y dolor. Su manos morenas retorcieron la manta hasta casi quedar blancas por cortar la circulación, gritó con toda su alma y el sonido de algo descuajaringado cayendo en blandito la callo. Por fin dejo de jalar el columpio y se descolgó de el, se recostó en las cobijas y recogió al recién nacido, limpió su carita con las manos y lo hizo respirar, y por tercera ocasión amarro un nudo ciego en el cordón de union. El agotamiento y el tratar de recuperar la respiración la pusieron a dormir. La despertó el llanto del niñito, se incorporo y le ofreció el pecho, y lo envolvió con las mantas. La imagen aquella era contradicción pura entre fortaleza y fragilidad.Tal hizo que la partera al llegar se apresurara a limpiar sus partes y asegurarse de que todo lo que debería estar afuera estuviera. Sin mucho que hablar le dijo «criatura lo hiciste tu solita».

Corto el cordón, la limpio, le trenzo el pelo y ya fajada y tratadas sus partes con ungüentos, desinflamantes y selladores la madre rompió el silencio y le dijo a la comadrona, «nació con los ojos abiertos, y son verdes zarcos como los de aquel» y la vieja mujer con las manos atareadas y el delantal sucio le dijo «la criatura esta muy sana y alerta ya lo vi, si no quieres perder tu trabajo le voy avisar a tu patrona que el infante nació muerto y asunto terminado o que crees que harán cuando se den cuenta de que el hijo barón de Don Hans nació solito y de ti. <<< Te Lo Quitan Mija >> Doña Yolanda ya no le puede dar otro hijo.

Escrito por…  Amparo Amezquita

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