Canción tropical

 

Palmas sobre las palmas, verdes sobre los verdes,

pájaro de cantos y hechizos, la maleza que oculta espectros

bajo los dientes filosos de sus ramas,

un sol que nunca penetra, lunas de sombra inagotable

ocultando un mundo bajo las hojas secas,

mundos sobre los árboles,

mundos sobre sub-mundos, verdes los tropicales

cosmos de criaturas hambrientas, heridas abiertas

de perversa naturaleza alimentándose sin piedad.

 

Tristeza sobre la tristeza anuncian en sus cantos las aves

verdes de tropicales nostalgias y verde sobre verdes plumajes,

aquí nada se explica y nada se ama y rabiosa se alimenta la existencia

sin esperar nada, temiéndolo todo, niebla constante y etérea

cual delirio de embriagante realidad.

 

¿Escuchas las criaturas cazar, huir, respirar… temer?

¿Sientes la resina de los árboles arder?

¿No ves acaso, ciego de ti, ignorante de tu instinto, de tus prístinos sentidos, curiosos ojos levitar sobre el oscuro follaje, escudriñando el misterio de tu especie para luego decidir fatal tu destino? 

 

Muerte sobre la muerte, la ignota penumbra bajo las palmas

habitante de todo, dueña de cosmos, cobija de la única esperanza,

amarga verdad, dulce mentira, la muerte caliente y húmeda suspira

en cada piedra, en cada helecho, en cada cause bestial de ríos

y golpe de tormenta, la madre resignada que asesina y furiosa

renueva el ciclo vital.

 

Verdes que cubren los trópicos, densa la neblina sobre las cumbres

verde se quiere, verde se llora, verde se lamenta, sombra sobre las sombras

salvaje se vive y se mata, salvaje se alimenta la araña, la serpiente y el caimán

salvajes cantan las aves y los monos, salvaje ruge el jaguar

salvaje la mantis devora la inocencia y salvaje el venado busca clemencia

salvajes los salvajes somos bajo esta noche tropical.

 

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Libertad

Mirar sobre el acantilado y anhelar la caída, el golpe fatal y fulminante, no temer el frío sobre la piel vulnerable ni la violencia del mar ni la ríspida roca, descarnarse con uñas y dientes los miedos aunque los sentimientos ardan y permitirse ser valiente en la tajante huida.

Esperar el azote del viento traspasando filoso esta carne ya muerta, donde solo habita un último deseo; tenue luz de una vela que se agota. ¿Si el colosal paisaje que entre llovizna de grises esconde cruel su horizonte inalcanzable? no temeré enfrentarme a su injusticia, no temeré pararme desafiante sobre esta orilla y mortal dejarme tragar por la vorágine… ¡Sacrificio! cordero de un Dios sordo, manco y mudo, te entrego en llamas este cuerpo envejecido.

Cubrirme quiero de la llamada libertad y coserme de ella una segunda piel.

Entonces…

Si me dejo caer venciendo resistencias ya sin el peso de mis huesos, sin esta piel que ya no siente, sin lo perverso de mi sombra, sin la vana liturgia de las almas; bozal de espíritus y carroña del tiempo, sin estas venas carentes de sangre; ríos desbordantes de mercurio y lodo, sin el hierro lacerante de mis cadenas ni la fractal composición de mis tormentos; si me dejo caer en pedazos sin la inútil carga de extranjeras utopías, de ambiciones ajenas; estrellas vacías de un firmamento extraterrenal e intocable que no se explica.

Si al final lo logro y me aferro a la ignota humanidad sobre este bestial instinto y muto en partículas de tierra y lluvia, si me libero de este cadáver putrefacto que ya no reconozco y que ya no me pertenece, solo entonces…

Muertos sean los miedos y muerte sobre muerte a mis fantasmas y muerte a la pesada vida anhelando la ligera muerte.

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Avenida Juárez | Efraín Huerta

Un poema de Efraín Huerta que nos deja sin aliento… maravillosa entrada de Buenos Aires Poetry.

Buenos Aires Poetry

Tal y como el mismo Efraín Huerta le contó a Víctor Rodríguez Núñez en una entrevista¹, «En alguna ocasión, José Emilio Pacheco preguntó a los críticos si habían advertido que en 1956 se habían escrito tres poemas fundamentales: ‘Discurso por Cananea’ (Cananea es una región minera del norte de México, donde una huelga fue aplastada y señaló, como la huelga textil de Río Blanco, en Veracruz, el amanecer de la Revolución Mexicana), de Pellicer; ‘El cántaro roto’, de Paz, y ‘Avenida Juárez’ (…). Fíjate cómo son las cosas que, en su primera edición, apareció sin firma y unos lo atribuyeron a León Felipe y otros ¡a Hart Crane! Lo consideraron un admirable poema. Después, cuando se supo que era mío, ya no fue tan admirable. No tiene remedio: el subdesarrollo nos golpea. Pero bueno, creo que lo poco que he hecho no se ubica en ninguna parte. Es una…

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