Renacimiento

Nací, y otra vez y a partir…

Sigo naciendo a cada equinoccio, a cada solsticio,

a cada tiempo se renueva esta piel de áspera corteza

y recobra su místico brillo de ámbar.

Nací, en un principio,

del bautismo cristiano que no pudo ser

y del otro que fue en aguas de río pedregosas

en las afueras de la ciudad de los santos,

los mismos

que ahora penden orgullosos de mi cuello.

Nací, y otra vez y a partir…

Sigo naciendo a cada luna llena, a cada tormenta

a cada página que leo y a cada otra que escribo

reinventandome en/o historias ajenas,

acertijos,

buscando siempre

la ignota causa primera de mi unidad universal.

Nací sin pretenderlo

un día

del verso más desesperado de Neruda,

de la rosa más fragante del milagro

de Ibarbourou,

de la sonrisa pagana de Hipatia,

de una principesca imagen de melancolía

en Sonatina,

de el Quijote y su lúcida locura,

y

del más onírico delirio de Saint – Exupéry.

Sigo naciendo, sin detenerme,

mutando,

a ratos consciente y en otros, pareciera que dormido,

en piel de serpiente,

ave, cocodrilo,

poesía

o metal.

Y otra vez y a partir…

Sigo naciendo libre y con rima,

fluyo del verso y el universo me aproxima

a la fórmula etérea y por demás arbitraria

de mi creación inmaterial.

Porque antes fuí roca,

y ahora

una quimera

con largos brazos como puentes

o ríos

sobre los que cruzan mis fantasmas,

todo lo que fuí, lo que soy

y la única certeza de lo que un día

seré,

la palabra escrita.

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La barca del cocodrilo – Leonora Carrington

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